La
vida está llena de pérdidas, de cosas que en algún momento hemos valorado pero que ya no están por cualquier motivo. Olvidamos que perdemos a través del abandono, de los cambios,
de las renuncias. Algunos sueños se van
para que lleguen otros, las ilusiones también cambian, la juventud se esfuma. Sabemos que
esto es cierto y sin embargo, no lo aceptamos. Podemos decirlo de la boca hacia
afuera, pero muy dentro de nosotros sentimos pena por lo que se ha ido y hasta por nosotros mismos. No lo
asumimos como parte de nuestro crecimiento.
Nos cuesta renunciar, soltar, dejar ir, y muchas veces preferimos arrastrarnos con lo pasado a seguir el camino llevando menos carga.
Tendríamos que recordar que también somos lo que somos gracias a todo aquello que hemos perdido, gracias a lo que pasó por nuestras vidas.
Una vez escuché que había un hombre que iba por el bosque siguiendo un camino, cuando de pronto se encontró de frente con un río caudaloso, profundo, revuelto. No vio botes, ni balsas, nada que pudiera utilizar para atravesarlo. Entonces se dedicó a construir un bote, tarea que le llevó muchos días. Cuando finalmente lo logró estaba feliz, celebraba el hecho de haber podido fabricarlo, pero inmediatamente pensó que más adelante podía encontrar otro río. Los pensamientos lo invadieron y resolvió que era mejor llevar el bote porque así no tendría que construir otro más adelante si había otro río.
Era difícil avanzar por la selva con aquel bote, le pesaba, se tropezaba con las ramas, pero él persistía en llevar aquello que le había sido útil en un momento. Era más fácil llevar el peso de algo que seguramente ya no le servía, a lanzarse sin ello y tomar un riesgo. Se le olvidó creer en él, en las lecciones que entrega la vida. Seguramente si se encontraba con otro río, iba a construir el bote con más destreza, ya no le iba a tomar tanto tiempo, en cambio si insistía en llevar el bote a cuesta, su camino se tornaría más pesado.
¡Si pudiéramos tener en cuenta que las pérdidas son necesarias para nuestro camino!
Soltar muchas veces nos lleva a quedarnos con nosotros mismos y esto puede ser la mejor experiencia.
Soltar muchas veces nos lleva a quedarnos con nosotros mismos y esto puede ser la mejor experiencia.
No es fácil pensar que debemos asumir la muerte de un ser querido porque esta nos traerá crecimiento, y decir esto como si fuera un ejemplo sin importancia. Duele, claro que hay dolor en el solo hecho de pensarlo y podríamos dejar por fuera este ejemplo si así lo preferimos, pero si somos capaces de mirar este dolor que parte el alma, podemos entender que somos capaces de sobrellevar otros y entender que aquellas personas que ya lo han vivido hoy son más fuertes, hoy valoran más los momentos, hoy seguramente le dan valor a ciertas cosas que antes no tomaban en cuenta. Aunque no nos guste asumirlo, es una realidad de la vida que nos va gritando que debemos transitar por el dolor.
Vamos por ahí creyendo que el dolor siempre nos puede arrasar, evitando a toda costa sufrir, apegados a situaciones o a personas que le hemos entregado el poder de hacernos sentir seguros y olvidamos que la tristeza y el dolor también son lecciones. Muchas veces el dolor nos desacomoda para que seamos capaces de volvernos a construir.
No transformemos el dolor en sufrimiento, no hagamos del sufrimiento un lugar donde vivir.
Aprender a soltar es nuestra tarea. Podemos desear sin que el deseo nos domine y solo así podremos soltar cuando sea necesario. Soltar situaciones que nos hagan daño, soltar personas que se han ido, soltar etapas, vínculos...SOLTAR
¿A qué estás aferrado?, ¿Cuál es tu bote?
Te invito a hacer este ejercicio con honestidad. Recuerda que:
"Nadie es más vulnerable a creerse algo que aquel que desea que la mentira sea cierta"
"Nadie es más vulnerable a creerse algo que aquel que desea que la mentira sea cierta"
Feliz fin de semana.
Un abrazo de luz.
Susana Jiménez Palmera
Nota: el video no se ve en los móviles.