Somos sociables por
naturaleza y el intercambio con los demás no solo nos trae bienestar sino también
aprendizajes importantes.
A veces vamos por la
vida relacionándonos con todos, sin tener presente que las personas que permitamos
entrar en nuestras vidas, van a tener la oportunidad de influenciarnos con sus
acciones y con sus palabras. De la misma manera también nosotros lo hacemos en
la vida de los otros, por eso la idea es aprender a estar consientes del poder
que tenemos y utilizarlo con responsabilidad.
Hay personas que van
por la vida repartiendo amarguras, indiferencia, quejándose de los eventos
cotidianos de la vida (el transito, el clima, los hábitos de otros) sin ninguna
finalidad, solo por la costumbre de ir señalando. Se cargan con sus propias
palabras y actitudes y sin querer muchas veces cargan a los que están cerca.
Generalmente son personas que justifican
lo que pasa a su alrededor señalando a otros como culpables, pero pocas veces
reconocen que ellos mismos han producido lo obtenido. No se sienten víctimas
pero sí pueden ver la victimización en otros.
En los estudios psicológicos se ha
determinado que la gente toxica son como vampiros emocionales, cuando has
estado mucho tiempo al lado de personas así, te puedes sentir cansado, desanimado, como si hubieran absorbido nuestra vitalidad. No son fáciles para la
convivencia ya que sus puntos de vista son muy arraigados y no son flexibles a
la hora de los cambios.
Cuando alguna relación interpersonal no
está yendo bien y hay gente tóxica involucrada, (aquí hablo de parejas, amigos,
compañeros de trabajo, padres, hijos) se puede notar cómo esas personas no se preocupan
por la relación o por los sentimientos, es el ego y su bienestar lo que prima.
Hasta aquí vamos bien, pero no debemos
olvidar que TODOS en algún momento podemos tener patrones o comportamientos que
resulten tóxicos para otros, entonces tenemos que vivir más consientes,
observándonos y observando. Es muy importante saber cómo está nuestra autoestima, si no está fuerte, es más fácil caer en este tipo de relaciones
o conductas porque estaríamos buscando reconocimiento o aprobaciones de otros.
Todos disponemos de los recursos necesarios
para modificar ciertas actitudes en la vida y construir nuestros días más placenteros;
pero cuando estamos consientes y sabemos que estamos aportando, y sin embargo sentimos
que hay una carga o una energía pesada que no permite fluir, observemos si hay
en el aire la siguiente pregunta: ¿Qué he hecho mal?
Si esta pregunta ronda en el ambiente con
mucha frecuencia, podría ser momento para detenernos y analizar. Nadie debería
sentirse culpable completamente por algo que esté ocurriendo entre dos o más
personas. El sentimiento de culpa recurrente es un aviso de una relación
toxica.
En los seminarios de empoderamiento que
hemos vivido, los mapas o guías que hemos podido sacar para tener avisos más
claros son:
- Aunque es
hermoso ir por la vida diciendo cosas bonitas y recibiéndolas, tenemos que
aprender que no todo el mundo está dispuesto a esto, así que no podemos depender
emocionalmente de otros o esperar que sean los demás quienes nos valoren.
-
Tener presente
que cada persona tiene sus debilidades y sus miedos, no somos mejores ni
peores. Nadie puede señalarnos.
- Confiar en nuestro
instinto y no vivir en la cuerda floja de la duda que lo único que hace es
golpear la autoestima. Y muchísimo menos si la duda es transmitida por el otro.
- Auto-evaluarnos aunque los otros no lo hagan y aprender a sentirnos merecedores de lo mejor. Solo nosotros
seremos capaces si así lo trabajamos de darnos lo mejor.
Por
último, recordar que hay varios tipos de comportamientos tóxicos, pero los más
comunes se ven claramente en los agresivos o en los pasivos. Todo se puede
corregir y si somos nosotros los que estamos generando actitudes toxicas, debemos
trabajar en ellas para romperlas y deshacer ese círculo vicioso que nos daña y
daña a los que nos rodean. Pero si son otros los tóxicos y ya hemos
identificado ciertas actitudes que nos perturban, no podemos sentirnos
responsables por sus cambios ni por sus vidas. Podemos ser apoyo, pero no depende
de nosotros los cambios de los otros. Si descubres que te afecta más de lo que
te aporta, alejarse de esas relaciones sería lo más sano.
Identifica qué tipo de persona eres, con quién eres
toxica y con quién no, elije qué tipo de persona quieres ser y con quién
quieres relacionarte.
Para nuestro crecimiento emocional y personal,
necesitamos relaciones sanas que nutran.
Te dejo un abrazo fuerte, sostenido y bañado de luz.
Susana Jiménez Palmera
Maestra en Reiki
Coaching personal con PNL
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.